sábado, 12 de noviembre de 2011

“ESTIMULACIÓN TEMPRANA DE LA COMUNICACIÓN EN NIÑOS AUTISTAS”

El TEA es un trastorno del desarrollo que aparece en los primeros años de la vida y se caracteriza por presentar dificultades específicas a nivel social, comunicativo y cognitivo.

  • A nivel social pueden manifestar: aislamiento o indiferencia, pasividad o iniciativas inadaptadas o inadecuadas en la relación social. Muestran dificultades para una imitación significativa y para jugar con los demás. Asimismo, manifiestan un marcado déficit para comprender y compartir las emociones de las otras personas.
  • A nivel comunicativo, más del 50% de la población no habla ni lo compensa con la mirada, expresiones faciales o gestos, y los que hablan, pueden tender a repetir palabras o frases o a no tener en cuenta al interlocutor.
  • A nivel cognitivo, presentan dificultades de imaginación y juego simbólico y tienden a repetir movimientos físicos, conductas rituales o temas de conversación una y otra vez.

· La intervención va dirigida a estimular a niños con TEA a nivel comunicativo. Estos programas de apoyo al niño van acompañados de un conjunto de intervenciones dirigidas de manera explícita a la familia y al entorno a través de los cuales se les aporta formación e información sobre el autismo, sobre cómo afrontar las necesidades de sus hijos; además de apoyo psicológico a través de grupos de padres.

Los últimos estudios epidemiológicos reflejan que los TEA afectan a 1 de cada 166 personas si tenemos en consideración todo el espectro del trastorno, y afectan a la población masculina en una proporción de 4:1 con respecto a la femenina en la misma proporción en todas las clases sociales y en las diferentes culturas.

Diferentes estudios científicos coinciden en establecer que los síntomas de los Trastornos del Espectro Autista son el resultado de alteraciones generalizadas del desarrollo de diversas funciones del sistema nervioso central. La causa o causas, está aún por dilucidar, aunque hay clara coincidencia en que son de naturaleza biológica.

Las personas incluidas dentro del espectro muestran deficiencias para procesar información. Estas anomalías incluyen, a nivel psicofisiológico, trastornos en la regulación de los diferentes componentes de la atención. A nivel cognitivoconductual, el déficit para procesar la información se manifiesta por un desarrollo alterado de la llamada coherencia central, que limitará la adecuada percepción y comprensión del mundo que les rodea, y disminuirá también su capacidad para entender los pensamientos, las emociones y las intenciones de los demás. Este déficit neurocognitivo es a la vez perceptivo (la persona no entiende lo que percibe) y ejecutivo (le falta capacidad para organizar y planificar respuestas y actuaciones psicomotoras intencionales).

El enfoque general de la atención temprana en el TEA se centra en la triple vertiente: niño, familia y entorno, y así la intervención ha de dirigirse a todos y cada uno de estos elementos, y ha de estar debidamente coordinada entre todos los agentes implicados, ámbito familiar, escolar, recursos sociosanitarios, entorno vital del niño y contexto de intervención terapéutico.

El objetivo de la intervención debe ser favorecer, todo lo posible, la adaptación del niño con TEA a su entorno vital y a la comunidad, desde el respeto a su autonomía, individualidad y dignidad. Asimismo, se ha de procurar a la familia la atención que requiera para que mejore sus conocimientos y estrategias para ayudar al niño y para que no se desestabilice el sistema familiar.

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